Jesucristo fue un hombre como los demás, y así lo demuestran los Evangelios:
- Nace de una mujer.
- Crece y se hace adulto.
- Aprende un oficio.
- Tiene hambre y sed.
- Es tentado.
- Se cansa.
- Hace preguntas.
- Sien te el sufrimiento de los demás.
- Se alegra con los demás, pero también se enfada.
- Tiene miedo.
- Experimenta el dolor.
- Es tratado como fanático y alborotador.
- Muere en la cruz.
Era, pues, igual a nosotros en todo, menos en el pecado.
Jesús se encontraba abierto a la voluntad de su Padre y al servicio de las personas.
- Jesucristo, verdadero Dios
Jesús no fue sólo un hombre extraordinario. Los cristianos llegan a esta conclusión tras la Resurrección.
Entonces comprenden que todo lo que habían visto y oído de Jesucristo se justificaba porque Él era Dios.
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